21 de marzo: Siembra mundial de libros

¿Cómo?

Es casi tan sencillo como parece. Desde hace unos años, El Club de los libros perdidos organiza lo que ya es conocido como la Siembra mundial de libros. Los días 21 de marzo, 21 de junio, 21 de septiembre y 21 de diciembre son los días elegidos para que la magia de las letras llegue a nuestras vidas por casualidad o que hagamos que llegue a las vidas de otros.

El mecanismo es sencillo: básicamente se trata de dejar libros en lugares públicos para que otros los cojan, y viceversa.

Puede pasar que vayas paseando por Madrid, por la plaza de Colón -por poner un ejemplo-, y en un banquito te encuentres un libro con una curiosa dedicatoria que rece algo así: «este libro llegó a mis manos en la última siembra mundial de libros. Forma parte de la siembra puesta en marcha por El Club de los libros perdidos. Ahora llega a ti». Y así es como empieza, o continúa todo.

Esta actividad que empezó como algo lúdico para compartir las aventuras que te gustan con desconocidos, y hacer que tu libro viaje, actualmente se sigue desde Canadá a Australia, pasando por Chile, Alemania y Sudáfrica. Entre otros, pues España también es uno de los participantes.

El mecanismo es sencillo: básicamente se trata de dejar libros en lugares públicos para que otros lo cojan, y viceversa.

COMO SEMBRAR siembramundialdelibros

Cómo sembrar un libro. Fuente: El Club de los libros perdidos

La propuesta no obliga a nadie a dejar que sus libros vuelen sin más, y menos si se es primerizo. Pero si uno encuentra uno de esos libros, automáticamente pasa a formar parte de la cadena. El libro que caiga en sus manos tiene que seguir circulando. Pero antes, tendrá 3 meses para leerlo antes de dejarlo en un sitio público en la siguiente siembra. Y cuando así sea, deberá incluir la fecha y el lugar en que el libro va a ser liberado nuevamente en la siguiente siembra. Así, uno puede ver el recorrido que lleva ese libro y, quizá, ¡haya viajado más que sus lectores!

En la calle uno puede encontrar muchas cosas, pero si resulta ser un libro el que cae en tus manos en una cadena así, como mínimo tiene algo de mágico.

A la espera de ver si me tropiezo con alguna maravilla procedente de manos desconocidas, por si acaso, tendré los ojos bien abiertos, a ver si tengo suerte.

 

Anuncio publicitario

Veneno para ratones

Un salón. Tabaco. El pretexto de una cena. Un desconocido. Un quinqué. Whisky. Un par de periódicos. La codicia. Vino. La culpa. Tataki de atún. Venganza. Calor. Secretos.

Y siempre que hay secretos, también hay mentiras. Y vergüenza. Y miedo. O valentía.

Ningún desconocido.
Tres desconocidos.

Todos esos, y unos cuantos más, son los ingredientes de Veneno para ratones, de La Lirio Teatro. Sencilla y compleja al mismo tiempo, esta obra escrita y dirigida por Alberto F. Prados prorroga su estancia en La Pensión de las Pulgas.

Todo aquel que decide asistir a esta representación, debe hacerlo como un acto de voluntad de querer formar parte de algo. Si ése es tu caso, tienes que saber que no saldrás igual que entraste.

Seguir leyendo

Los Oscars (cuando ya -casi- nadie habla de ellos)

No sé si tengo algo de rara avis, pero a menudo me ocurre que el verdadero sabor de una película es el que se me queda pegado al paladar y a la parte alta de mis sesos pasado cierto tiempo. Y quien dice una película, dice también un libro, una canción, una obra de teatro… O cualquier otra forma de expresión artística y cultural.

Quizá por ese motivo, casi dos semanas después de que tuviera lugar la esperadísima 88ª edición de los premios Oscars, heme aquí hablando y reflexionando sobre la ya históricamente conocida como La gala de los blancos.

Pasados ya unos cuantos días ¿sería justo decir que fue la gala de Leonardo DiCaprio y de las reivindicaciones?

La quiniela y los resultados

Tengo la sensación de que estábamos tan ansiosos porque el actor consiguiera el galardón y por ver qué ocurría con la polémica por la ausencia de nominados de color, que tan pronto como llegó la gala desapareció de nuestras retinas.

Seguir leyendo

Un dios salvaje

Cada mañana cuando suena el despertador y sacamos el pie derecho (o el izquierdo) de la cama, comienza un nuevo día. Cada nuevo día es una oportunidad para ser alguien. Uno elige quién quiere ser. Y, como suele ser habitual, cada mañana elegimos la máscara de lo que queremos ser, de quién queremos que la gente crea que somos. Abogados, gestores del patrimonio, profesores, vendedores… Esas pueden ser algunas de las máscaras. Otras podrían ser las de la mujer correcta o el hombre exitoso. O las que identifican a los padres como educadores a la vez que protectores de sus hijos.

Es bastante posible que cada una de esas máscaras, sea cual sea la que escojamos, hable de alguna manera de lo que realmente somos. De quiénes somos. Pero hay siempre una parte de nosotros, en mayor o menor medida, que decidimos no enseñar. Por educación, por cortesía, por prudencia… o porque no encajaría en ninguna de las otras máscaras que hemos elegido día tras día, y que componen la gran máscara que hemos decidido enseñarle a los demás.

Eso, aquéllo de lo que realmente estamos hechos, escapa al conocimiento de los demás por nuestra propia elección, y es el Dios Salvaje el que, cuando menos lo esperamos, decide que tiene que salir a la luz. Y mandar al cuerno todo lo que hemos construido (¿sabiamente?) sobre nuestra imagen, nuestra personalidad y nuestra reputación.

UDSalvaje

Un Dios salvaje

En eso consiste Un dios salvaje, escrita por Yasmina Reza e interpretada y reinterpretada sin caducidad, tanto en teatro como en cine, y que ahora se representa en Madrid en el Teatro Nuevo Apolo.

Seguir leyendo