No sé si tengo algo de rara avis, pero a menudo me ocurre que el verdadero sabor de una película es el que se me queda pegado al paladar y a la parte alta de mis sesos pasado cierto tiempo. Y quien dice una película, dice también un libro, una canción, una obra de teatro… O cualquier otra forma de expresión artística y cultural.
Quizá por ese motivo, casi dos semanas después de que tuviera lugar la esperadísima 88ª edición de los premios Oscars, heme aquí hablando y reflexionando sobre la ya históricamente conocida como La gala de los blancos.
Pasados ya unos cuantos días ¿sería justo decir que fue la gala de Leonardo DiCaprio y de las reivindicaciones?
La quiniela y los resultados
Tengo la sensación de que estábamos tan ansiosos porque el actor consiguiera el galardón y por ver qué ocurría con la polémica por la ausencia de nominados de color, que tan pronto como llegó la gala desapareció de nuestras retinas.

El Oscar. Elaboración propia.
Por mi manera de entender los premios, no puedo evitar remontarme a la quiniela que me apunté en mi libreta mágica. La magia de mi libreta reside en su eclecticismo. Combina cosas que merece la pena recordar con cosas que no queda más remedio que recordar. Muy colorido todo, eso sí. Aunque esa es otra historia.
En mi no tan fallida predicción de los premios, apunté algo tal que así:
Película: THE REVENANT (El renacido) (* Spotlight)
Dirección: ALEJANDRO G. IÑÁRRITU (*)
Guión original: INSIDE OUT (Del revés) (* Spotlight)
Guión adaptado: ROOM (La habitación) (* The big short -La gran apuesta)
Película de animación: INSIDE OUT (Del revés) (*)
Película de habla extranjera: SON OF SAUL (El hijo de Saúl) (*)
Documental: AMY (*)
Actor principal: LEONARDO DiCAPRIO (*)
Actriz principal: BRIE LARSON (*)
Actor de reparto: CHRISTIAN BALE (* Mark Rylance)
Actriz de reparto: ALICIA VIKANDER (*)
(*) Ganador/a del Oscar
La lista de categorías era bastante más larga. Hasta 24. Aún se puede consultar aquí y redescubrir lo heterogéneo del número de nominados para cada categoría. Por lo general están bastante equilibradas pero sorprende que categorías como maquillaje y peluquería sólo cuenten con tres candidatos. ¿Por qué? ¿Porque es un premio menor? ¿Porque el trabajo de esta categoría en el resto de películas no era relevante? Que les pregunten a los caracterizadores y a los actores que pueden llegar a pasar horas poniéndose a punto antes de empezar a rodar.
Como fuera, ésta fue la lista de nominados y ésta mi quiniela. Vaya por delante que eché en falta alguna que otra nominación.
Las ausencias
¿Dónde estaban Benicio del Toro, Emily Blunt y Sicario? Está bien, Sicario estaba nominada por su música o por su edición de sonido, pero creo que daba para algo más. Cabe destacar que hemos contado con una gran cantidad de producciones en el año 2015 que habrían merecido ser consideradas. Y sin perder eso de vista, puedo entender que con los nominados que había fuera complicado incluirlos a ellos. Sin embargo, considero que esta película ha pasado más desapercibida de lo que debería. O mejor dicho, de lo que me habría gustado. Una vez más, Denis Villeneuve ha creado una película que te deja pegado al asiento y con el clásico malestar que suele dejar con sus historias. Y no por que sean malas, sino todo lo contrario.
¿Y Oscar Isaac, Alicia Vikander y Ex Machina? La joven actriz sueca ya estaba nominada por su papel en The Danish girl (La chica danesa), sin embargo el rol que interpreta en esta película tan futurista como inquietante, merecía, cuanto menos, ser tenido en cuenta. En una profesión donde se trabaja a partir de las emociones, meterse en la piel de un no-humano, que debe ser y aparentar artificialidad al mismo tiempo que naturalidad y humanidad, se me antoja un trabajo complicado. Y ella, para mi gusto, aprueba con nota. Al igual que Oscar Isaac, quien brilla en el papel del genio afectado y maquiavélico. Probablemente él destaque incluso más que ella. Aunque la película sí estuvo nominada a la categoría de mejor guión, para la Academia lo más valorable de la obra residía en sus efectos visuales. De hecho, acabó por otorgarle el galardón. Reconocimiento que comparto, dicho sea de paso, y con perdón de los acérrimos admiradores de Mad Max.
¿Dónde quedó a Steve Carell? Dejando al margen el hecho de que los papeles dramáticos eclipsan prácticamente siempre el trabajo de actores cómicos -o quizá precisamente por eso-, para mí el mayor descubrimiento de The big short (La gran apuesta) es el increíble trabajo de este actor. A fuerza de adelantarse al derrumbamiento del mercado financiero y de enriquecerse gracias a ello, su personaje acaba por convertirse en un ser tan negligente a la par que despreciable como aquellos que llevaron al mundo a la quiebra. La consciencia que tiene sobre sus actos, le hace quebrar del todo y sentirse despreciable. Escéptico y con un gran sentido de la moral, su personaje se configura como una ficha más en este gran engaño. ¿De verdad la interpretación de Steve Carell en este papel ha pasado sin pena ni gloria? Ojalá que no. Ojalá que sea una de muchas grandes interpretaciones de este corte.
Como éstas, otras tantas. Me faltaron Joaquin Phoenix por su interpretación en Irrational Man, Tom Hardy por su dualidad en Legend, los efectos visuales de The Walk, y los premios para Carol… y podría añadir alguna más. Aunque, claro está, no se puede tener todo.
Las reivindicaciones (o por qué fallé en mis predicciones)
Incluso mientras hago este ejercicio de revisión de los Oscars, no puedo evitar pensar en la polémica que se convirtió en protagonista.
Soy de los que piensan que la integración y la igualdad pasan por no dar importancia a la diferencia. Ello no supone ser indiferente, sino darle a cada cosa su valor. Parece sencillo pero está claro que no lo es. En un mundo lleno de injusticias, tenemos que aprender a ser individuos que forman parte de un todo globalizado, que a su vez está casi infinitamente fragmentado por la necesidad de una identidad propia. ¿Qué significa eso?
[…] hay que predicar con el ejemplo. Porque de esto todos tenemos la culpa.
La ausencia de nominados de color provocó una reacción en cadena que llevó a grandes personajes a boicotear la gala. La incomodidad creciente tuvo como resultado una celebración que giró en torno a la parodia y a la ácida crítica hacia unos y otros, empezando por el discurso inaugural de Chris Rock. No soy fan de coger las antorchas y levantarlas como en La libertad guiando al pueblo, al grito de «¡seguidme compañeros!». Pero sí apuesto por el pensamiento crítico, especialmente en lo que a la discriminación se refiere. Tiendo a pensar que será noticia cuando deje de ser noticia. Que señalar con el dedo a alguien hace tanto daño al señalado como al que señala. Que si todos sabemos que una mujer no es menos que un hombre, que un homosexual no es menos que un heterosexual y que un negro no es menos que un blanco -ni tampoco lo contrario-, ¿por qué seguimos dándole importancia? La identidad de uno pasa indiscutiblemente por su integridad. Vivimos en un sistema jerárquico por el cual el «hombre blanco heterosexual» es el líder de la manada. Pero la realidad que yo vivo y decido vivir es que no valgo menos, ni más, por salirme de ese patrón. Soy lo que soy y tengo el valor que tengo por lo que hago, digo y pienso. Y siento, debería añadir. En definitiva, por lo que yo misma construyo de mí. Por esa misma razón creo que lo que uno dice o hace a los demás, tanto para ensalzar como para rebajar, no habla realmente de los demás, si no de cómo es uno mismo. Como también creo en la meritocracia y en que no basta con tener oportunidades, también hay que demostrar que es uno el que las merece.
O dicho en otras palabras: hay que predicar con el ejemplo. Porque de esto todos tenemos la culpa. A lo mejor, como deja entrever Chris Rock, el problema no es la discriminación sino la hipocresía y la falta de autocrítica.
Si bien es cierto, hay que ser justos. Son muchas las circunstancias que rodean a una persona y son muchas las personas que sufren esta clase de problemas, sumados a la invisibilidad. Cuando todo eso se cojuga con la falta de un techo o de comida, ya estamos hablando de otra cosa.
Esta visión tan idealizada que tengo del mundo es lo que me ha llevado a errar en mis predicciones. Ignoré la parte reivindicativa del espectáculo. Creí que estabamos en la fiesta del cine por excelencia y me olvidé de una de las labores fundamentales del séptimo arte: dar visibilidad a infinidad de temas que, de otra manera, acabarían pasando desapercibidos. El cine también es plataforma para la denuncia. Utiliza el lenguaje narrativo y audiovisual para comunicar mensajes muy concretos. Reales o ficticios. Y lo mismo hacía la Academia con esta fiesta. Pero mi visión creativa y creadora me hicieron mirar casi exclusivamente con el ojo del que ama el cine como obra de orfebrería.
¿Y no tendríamos que estar hablando de eso? ¿de ilusión?

Jacob Tremblay en un momento de la entrega de premios. Fuente: http://www.people.com
No vi venir que Spotlight se alzara como mejor película, por ejemplo.
No vi venir que la presencia de Star Wars prácticamente se limitara a la participación de C3PO, R2D2 y BB8 en la entrega de premios.
No supe interpretar porqué casi todas las nominadas en el bloque de películas de lengua extranjera tuvieran como temática la guerra. O algún tipo de guerra.
Ni fui capaz de prever que, tal día como hoy, concedería que a Leonardo DiCaprio le premiaron más por su trayectoria que por su papel en la película de Iñárritu. Aunque siga pensando que fue un trabajo impecable, hasta eso fue una reivindicación.
Por otra parte, no tengo más remedio que admitir que me enamoré infinitamente de la ingenuidad y la ilusión de Jacob Tremblay.
¿Y no tendríamos que estar hablando de eso? ¿de ilusión?
Y después, ¿qué?
Después tendríamos que hacer como prácticamente nunca hacemos. Mirarnos desde la gala del año que viene y ver qué ha cambiado. Qué hemos cambiado. Temo que tendremos tantas películas que ver y tantos acontecimientos sobre los que opinar, que los Oscars de este año se convertirán en un recuerdo, como si hubieran pasado decenas de años. Teníamos tantas ganas de que llegaran y ya casi los hemos olvidado…
Un año está lleno de producciones. A pesar de la/s crisis y sin importar el tamaño de la factura, hay muchas películas muy bien hechas, grandes actores dejándose la piel por vivir como sus personajes y tremendas historias que, si se quiere, son perfectamente reivindicativas. Aunque no hablen de discriminación.
Quedan once meses y medio para la 89ª edición de los Oscars. Es tiempo de sobra para que tanto los ausentes como los nominados, demuestren todo lo que tienen por dar. Aunque estos últimos, los nominados, también tendrán que dar buen uso a todo lo que recibieron en la cesta de regalos.
¿Quién dijo crisis?
El documental Amy, muy bueno, me parece un trabajo impresionante de recopilación de imágenes y grabaciones, algunas de situaciones intimas muy potentes, que están tan bien hilvanadas que te muestran el alma de la persona, dejando a la estrella en un segundo plano.
Las escenas de los conciertos un regalo para disfrutar de su voz.
Me ha hecho cambiar la idea que tenia sobre ella, para bien.
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Pues tengo entendido que Janis (que se acaba de estrenar) tiene un corte muy parecido. Más allá del personaje, o del mito, la persona destaca sobre lo demás. Habrá que verlo también ¿no?
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