En el mundo de la ficción, la primera aproximación a la obra se consigue a través de un prólogo. Mentira. La primera primerísima aproximación a la obra, lo que inmediatamente nos hace dar un paso hacia delante (o hacia atrás), e incluso sacar conclusiones, es el título. Pero el título no deja de ser un gancho. La zanahoria delante del hocico.
Con los prólogos -cuando los hay-, obtenemos información sobre el conjunto de la obra. Si yo tuviera tanta información sobre el conjunto de esta obra en concreto, la que tenemos entre manos, el título no sería La Debutante. Seguramente en esto estaremos todos de acuerdo. Para conocer la evolución y el alcance que pueden llegar a tener estas líneas, primero hay que escribirlas.
Cuando vemos una obra de teatro, espiamos a los personajes en esos momentos en los que creen que nadie los está viendo salvo sus compañeros de batallas. Sin embargo, a través de los monólogos, nuestras víctimas se abren de manera consciente y voluntaria permitiéndonos conocer más de ellos.

Trabajando
Como si de un monólogo me tratara, y desviándome un poco -¡o no!- de las conclusiones a las que llegaréis a partir de ahora cuando mi intención no sea hablar de mí, quiero compartir con vosotros mi declaración de intenciones.
Hablemos. Hablemos de literatura, de música, de cine, de teatro. Hablemos de personajes, de escenas, de atmósferas, de sentimientos. Mezclemos colores, olores y sensaciones en una misma paleta. Pero sobre todo, hablemos. De lo que nos gusta. Y de lo que no.
Mi objetivo es empaparme como si fuera una esponja de todo lo que podamos compartir del mundo creativo. No puedo prometer enriquecer vuestras inquietudes artísticas, eso lo tendréis que juzgar vosotros. Aunque sí que fantaseo con que los posts sirvan de revulsivo para intercambiar impresiones y, sobre todo, que tanto vosotros como yo disfrutemos del viaje.
Lo que sí quiero hacer constar es que el monólogo termina en este post, y lo que ocurra a partir de ahora sea en forma de diálogos. Yo romperé el hielo, pero eso será solo el principio. Ojalá entre todos convirtamos La Debutante en un lugar común y postpongamos lo máximo posible la sobreimpresión de la palabra FIN.
¡Comenzamos!
Hola Debutante, es un placer estar en contacto contigo.
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¡Lo mismo digo, Mamma Mía!
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¡Buen viaje! Y recuerda, la página en blanco, esa a la que te enfrentas todos los días, y no solo cuando enciendes el ordenador, lejos de provocarte un sentimiento de incertidumbre, debería ser una invitación a celebrar la oportunidad de llenarla de historias. De tu historia.
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¡Muchas gracias! Cuánta sabiduría en tus palabras. Estoy en ello y espero que seais muchos los que me acompañéis. 🙂 ¡Bienvenido a mi humilde morada! (un poco rosada, por cierto…)
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